Cuáles son los cambios que suceden en el cerebro si practicas yoga y meditación, según Harvard


En los últimos años, el yoga se ha vuelto cada vez más popular gracias a los beneficios que ofrece a quienes lo practican con regularidad. Por eso, expertos de la **universidad de Harvard** llevaron a cabo un estudio e hicieron público un informe que detalla **las transformaciones que ocurren en el cerebro al practicar esta disciplina y meditar de forma habitual.**

**Sara Lazar**, neurocientífica del Hospital General de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, lideró esta investigación y reveló que algunos de los beneficios incluyen **la disminución del estrés y de los niveles de ansiedad**. Además, esta práctica **mejora la flexibilidad y la fuerza muscular**, así como el **equilibrio** y la **coordinación**.

¿Qué cambios experimentamos al practicar yoga y meditar, según una experta de Harvard?
**Sara Lazar, neurocientífica de la Facultad de Medicina de Harvard**, afirma que uno de los cambios principales que se observan en el cerebro de quienes practican yoga y meditación es "un aumento de materia gris en la corteza sensorial".

Asimismo, explica que estas personas **presentan mayor volumen de materia gris en el córtex prefrontal**, área asociada con la memoria de trabajo y la toma de decisiones.
Además, destaca otros cambios positivos:
- Se observó un incremento en el grosor de la corteza cingulada, parte del sistema límbico. Esta área es la responsable de la mayoría de las emociones, desde la alegría hasta la atención, el aprendizaje, la memoria y la percepción del dolor, tanto físico como emocional. Lo mismo sucedió con el hipocampo izquierdo, esencial para el aprendizaje, las funciones cognitivas, la memoria y la regulación emocional.
- Se fortaleció la unión temporoparietal, relacionada con las interacciones sociales, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la empatía y la compasión.
- Disminuyó el tamaño de la amígdala, en parte responsable de la ansiedad, el miedo y el estrés en general. La reducción de los niveles de estrés se vincula con los cambios en la amígdala.
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